
Estaba un ventrílocuo paseando por el campo, cuando vio a un pastor con sus ovejas y decidió gastarle una broma. Le dijo al pastor:
-Señor, ¿sabía usted que sus ovejas pueden hablar?
-¡Claro que no! ¿Cómo van a hablar?
-¡Verá usted! A ver, tú, la blanquita, ¿cómo las trata el pastor?
El ventrílocuo, sin mover los labios y proyectando su voz, dijo:
-¡Es un explotador! ¡Nos pega mucho y a veces nos deja sin comer!
Al pastor se le salían los ojos de sus órbitas, mientras el ventrílocuo le iba preguntando a otras ovejas y todas contestaban lo mismo. Finalmente, el ventrílocuo se acercó a una ovejita negra y, antes de que pudiese abrir la boca, el pastor le dijo:
-A esa no se moleste usted en preguntarle, que es muy mentirosa. ¡Es capaz de decirle que me la estoy follando!
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