-Tal vez usted pensaba que vivía solo en este bosque, pero también yo vivo aquí. Y vengo a invitarle a una fiesta de bienvenida.
Después de meses de soledad, Fernando sentía ya fuertes deseos de compañía humana.
-Gracias -dijo al leñador-. Con mucho gusto iré.
-Quiero advertirle que en esa fiesta seguramente se beberá mucho.
-Estoy acostumbrado a eso -replicó Fernando-.
-También podría haber alguna pelea a puñetazos.
-Procuraré defenderme lo mejor posible.
-Y quizá haya algo de sexo, sexo violento.
-Tampoco eso me asusta.
Antes de despedirse, Fernando preguntó al leñador:
-¿Qué ropa debo llevar a esa fiesta?
Guiñando un ojo, el leñador respondió:
-La que quieras. Nada más vamos a ser tú y yo...

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